Cuando el hambre de la soledad
venga a rozarte las arterias
y se relama los labios
con tu sangrante
inhumanidad.
Ahorca un par de plegarias,
desgarra novenarios,
ríe petulante
y aguarda la hora,
serás invitada
y serás alimento inmortal.
Cuando las sombras
del piélago funesto
en el firmamento
toquen tu faz
serás maná
escarlata,
ambrosía
sin dios.
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